El metano es el mayor componente del gas natural, el cual escapó de forma masiva desde el gaseoducto Nord Stream 1 y 2 que une Rusia con Alemania. Aunque las autoridades afirman que la filtración está controlada, sus efectos nocivos aún están por verse.
Los gaseoductos Nord Stream 1 y 2 son tuberías que surcan las profundidades del Mar Báltico por más de 1.200 kilómetros. A través de estos, Rusia envía gas natural hasta Alemania. El primero fue construido en 2011 y el segundo en 2021.
El tema es que durante los últimos días de septiembre, Dinamarca y Suecia detectaron cuatro fugas de combustible desde estos gaseoductos. ¿La causa? Aún no se conoce. En Europa sospechan de un supuesto sabotaje ruso. Moscú lo descarta apuntando a Estados Unidos.
Y mientras unos se culpan con otros (lo más probable es que nunca sepamos la verdad de lo que provocó esas roturas) los efectos del escape de gas natural pueden ser catastróficos para el medioambiente a mediano y largo plazo.
La producción de combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas) son los principales responsables del calentamiento global. Pero no sólo hablamos de dióxido de carbono (CO2), el gas de efecto invernadero de más larga vida, sino que también de metano (CH4) el más poderoso de los químicos que afiebran la Tierra.
Esta ha sido la mayor fuga metano registrada. Y eso que, afortunadamente, ninguno de los dos gasoductos estaba en servicio cuando se produjeron los incidentes. Se estima se liberaron de golpe unas 120 mil toneladas de este gas. Lo bueno es que, según autoridades de Dinamarca, el escape ya fue controlados en los cuatro puntos.
“Las emisiones de metano están relacionadas con la producción de combustibles fósiles. Por ejemplo, el metano es el principal componente del gas natural. Además, puede ser liberado desde humedales debido a procesos biológicos. También es emitido desde cultivos, ganadería, mediante la descomposición de residuos y por la quema de biomasa. Las emisiones antropogénicas de metano representan 2/3 del total”, ilustra Rodrigo Seguel, químico atmosférico e investigador del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2 de Chile.
Las fugas de gas natural son un peligro para el medioambiente. “El metano es un forzante climático de vida corta, 11 años aproximadamente. Este representa un 14% del total de gases de efecto invernadero en la actualidad. Además, su destrucción genera ozono (otro forzante climático de vida corta) motivo por el cual es considerado un importante precursor de ozono (O3) a nivel global”, detalla el científico chileno.
Durante un período de 20 años, la capacidad de calentamiento del metano es 80 veces más potente que la del dióxido de carbono. La fuga en los gasoductos del Mar Báltico equivale, aproximadamente, a lo que emiten 2 millones de autos a gasolina en todo un año.
Durante todo el año 2021, se estima que Chile emitió 881 mil toneladas de metano. En este escape, que sólo duró unos días, se liberaron cerca de 120 mil toneladas.
“Una fuga de esta magnitud genera una importante perturbación de los procesos atmosféricos a nivel local y regional. Esto porque el mecanismo natural de limpieza de la atmósfera es oxidar el metano, lo cual tiene como resultado la formación de ozono. Por este motivo se esperaría un incremento del nivel base de ozono y otros subproductos además de los efectos radiativos asociados”, advierte Rodrigo Seguel.
"El efecto más directo de estas fugas de gas en el clima es la dosis adicional de metano que se lanza a la atmósfera", afirmó Dave Reay, director ejecutivo del Instituto de Cambio Climático de la Universidad de Edimburgo (Escocia).
ʺSin embargo, se trata de una pequeña burbuja en el océano comparada con las enormes cantidades de metano que se emiten a diario en todo el mundo. Esto debido a actividades como la extracción de petróleo, la minería de carbón y la fracturación hidráulicaʺ, complementó.
En todo caso, conviene aclarar que todavía se desconoce el real impacto que tendrá esta fuga caprichosa en el medioambiente. Pero lo que habrá, de eso, no hay dudas.