Esas son las medidas extremas que han debido tomar algunos usuarios ante la impotencia de que los choferes no les paren en tres puntos críticos de Santiago: la rotonda San Pablo en Pudahuel, Tobalaba con Providencia y Escuela Militar.
A 12 años del debut del Transantiago y a semanas de que se renombrara al sistema de transporte público como RED, hay imágenes que no parecen cambiar desde 2007.
Las largas filas en algunos paraderos de la capital son constantes y la molestia sólo va en aumento. Si bien desde el gobierno aseguran que han habido avances, para las personas que hace una década luchan porque la micro les pare no es suficiente.
Así lo comenta Magdalena Medina, una mujer que sale de se casa, como tantas otras trabajadoras y trabajadores, cerca de las 5:30 horas, momento en que comienza su viaje hacia el trabajo.
"Así empieza el día a día, corriendo", señala la usuaria del servicio público de transporte que se demora cerca de dos horas en llegar a su destino y cuya mayor demora es la espera del bus, ya que nunca sabe cuánto se puede demorar y cuando pasa ni siquiera tiene la seguridad de que se detendrá.
Y es que en Santiago hay tres puntos críticos para los usuarios: la rotonda San Pablo en Pudahuel, Tobalaba con Providencia y Escuela Militar.
Para los usuarios, todos estos tienen los mismos factores en común: filas eternas todos los días, la falta de frecuencia del servicio y que los choferes incluso no se detienen a tomar pasajeros.
Es por esto que la molestia e indignación de los usuarios llegó un punto máximo incluso arriesgado su vida tras horas de espera. En más de una oportunidad decidieron pararse al medio de la calle para exigirle a los micreros que que los llevaran.
Pese a esto, en un comunicado del directorio de Transporte Público Metropolitano dicen que van por buen camino: "Estamos trabajando para solucionar estos problemas y según las últimas cifras del sistema ya están registrando mejoras, tras la salida de Alsacia del sistema".
Sin embargo, las personas en los paraderos tienen que seguir lidiando con indignantes esperas que no entienden cómo no se pueden mejorar las frecuencias.