Hace años que los
microbasurales han invadido diversas comunas de la periferia de
Santiago. Destino preferente de personas que, incluso de otras comunas, se trasladan para botar sus desechos.
Veredas, avenidas, terrenos baldíos y riberas están llenas de desperdicios y, por más esfuerzo de la autoridad, siguen ahí. Situación que afecta a
sectores con escasos ingresos que deben destinar recursos a esta interminable batalla.
En Santiago hay más de
3.700 microbasurales y vertederos ilegales. Para que se haga una idea, su extensión es tan grande que equivale al tamaño de todo Providencia.
¿Los más afectados?
Residentes que solamente intentar tener un buen vivir, pero que se vuelve imposible ante las graves consecuencias que tiene habitar a un costado de grandes cantidades de desechos.
La Pintana
El caso de
La Pintana es casi irónico:
Líder nacional en reciclaje, pero eso no impide que todos los días deban luchar contra su némesis, que son aquellos inescrupulosos que botan su basura donde estiman conveniente, convirtiéndola en el receptor favorito de sus escombros.
A raíz de esto, es la propia alcaldesa, Claudia Pizarro, la que comanda muchos operativos intentando
sorprender a quienes cometen estos detestables actos.
CHV Noticias acompañó a la edil en uno de estos controles, donde
la máxima autoridad comunal increpó a un sujeto que no tuvo remordimiento en lanzar sus sus desperdicios acompañado de menores de edad.
Por si fuera poco, tenía claro hálito alcohólico, por lo que
fue detenido por Carabineros y seguramente se le aplicará una multa.
Exitosos o no, estos procedimientos
le cuesta al menos $200 millones mensuales a un municipio cuyo presupuesto ya es escaso, fondos que podrían destinarse a otras materias igualmente urgentes.
"Tenemos personal que está 24/7
vigilando las 61 cámaras de televigilancia. Eso es un costo. También tenemos 10 camionetas que están trabajando en la calle. Es caro y debiéramos gastar menos, pero es la única forma de mantener limpia La Pintana", señaló Pizarro.
Río Maipo
Si los microbasurales han intervenido la zona urbana, los vertederos lo han hecho también en sectores rurales.
La ribera del Río Maipo, a la altura de
Buin, hace mucho tiempo que
dejó de ser natural por estar adornada con escombros.
En paralelo a la labor obligatoria de los municipios, la Seremi de Salud de la Región Metropolitana
es la encargada de fiscalizar estos lugares, muchas veces disfrazados para otro uso.
Bastó que un equipo de nuestro canal acompañara a integrantes de esta entidad,
para ver al menos dos intentos de ejercer esta mala práctica, donde algunos hicieron todo lo posible para evitar las sanciones.
De todas formas, Francisco Reyes, fiscalizador de la Seremi, explicó que "la actividad que ejercemos nosotros es de fiscalización. Nosotros no tenemos la
facultad de iniciar acciones para la limpieza y el retiro de los residuos que están".
De cualquier forma, el tema de los microbasurales y vertederos ilegales
se convirtió en un juego de gato y ratón, dejando hace mucho tiempo de ser un fenómeno y transformándose en un tormento para quienes a diario conviven con sus efectos y también para quienes deben combatirlos.