En sólo los primeros cinco meses de este año, Chile ha registrado: heladas y récord de calor en el verano, lluvias torrenciales en el norte grande, incendios producto de tormentas secas, vientos inéditos en Santiago y tornados en el Bío Bío. ¿Necesitamos más evidencias?
¡Basta de medias tintas! ¡Basta de relativismos! ¡Basta de bajarle el perfil al desastre que el hombre está provocando en el planeta! NUNCA la humanidad convivió con una atmósfera tan contaminada. NUNCA el hombre vivió con niveles tan altos de dióxido de carbono (CO2). NUNCA desde que existe la humanidad tuvimos tanta acumulación de gases de efecto invernadero. NUNCA.
¿Qué más evidencia necesitamos para remecer nuestras conciencias y, especialmente, la de quienes tienen el poder político y económico en el mundo?
En Chile, las evidencias de los efectos que provoca el cambio climático son elocuentes. Sólo en los primeros cinco meses de 2019, nuestro país ha sufrido:
Enero: Inéditas heladas en La Araucanía, Los Ríos y Los Lagos, según la Dirección Meteorológica de Chile.
Febrero: Lluvias torrenciales en el norte grande, con casi 200 milímetros de agua caída en algunos sectores, según los datos de Sigiden.
Enero y febrero: récord de temperaturas entre Santiago y Tierra del Fuego, según registros de la DMC.
Enero y febrero: Más de 50 incendios forestales provocados por tormentas secas (rayos) en zonas precordilleranas del centro-sur, según Conaf.
Mayo: Vientos de inauditos de hasta 87 kilómetros por hora en Pudahuel, según los registros del aeropuerto de Santiago. Tornados en Los Ángeles y Talcahuano, por lo menos calificados en el grado 2 (escala Fujita de 0 a 5) según #ElTiempoCHV
A lo anterior, le sumamos que la zona central ya sufre un décimo año consecutivo de sequía, la más prolongada desde que hay registros oficiales.
“Si vemos cada uno de estos fenómenos por separado, podríamos decir que es parte de la variabilidad natural de la atmósfera. Pero si los analizamos en su conjunto, por supuesto que el cambio climático es un factor que está presente y que influye en el desarrollo de tantos eventos extremos en un periodo tan breve”, afirma Eduardo Sáez, meteorólogo de #ElTiempoCHV
“Sin duda habrá un aumento en la frecuencia de eventos extremos”, señaló Raúl Cordero, climatólogo de la Universidad de Santiago, a Contigo en la Mañana de Chilevisión. Además, agrega que “el cambio climático, lo que hace en general, es acelerar el ciclo hidrológico. Con una atmósfera más cálida, potencialmente, podemos tener más condensación y tormentas con más agua”.
El último evento extremo maltrató en un par de días a la región del Bío Bío. De acuerdo a la Dirección Meteorológica de Chile, “los pocos registros de tornados en Chile no permiten concluir algún efecto del cambio climático sobre estos fenómenos. Es importante recordar que son parte de la naturaleza, a veces violenta, de la atmósfera de nuestro planeta”.
“Entre las regiones de Ñuble y Los Lagos se dan con más frecuencia las condiciones para que se desarrolle un tornado”, afirma el climatólogo Raúl Cordero. Quien añade que para su desarrollo “necesita aire húmedo y cálido en la superficie de la tierra, y aire frío y seco en las alturas. A eso le debemos agregar el viento. Con estos tres factores juntos, las opciones que se genere un tornado se acrecientan. Los tornados son uno de los fenómenos meteorológicos más extremos y destructivos que existen. De hecho, la escala de medición va de 0 a 5, en este último nivel los vientos alcanzan o superan 350 kilómetros por hora; en ese caso, no hay obstáculo que impida el avance de un tornado”.
¿Se podrían generar en otros sectores de Chile? Según el especialista de la Usach, “es poco probable que este tipo de fenómenos lleguen al norte del país, porque es muy seco. Mientras que el extremo sur es muy frío, aunque ahí están acostumbrados a vientos superiores a 120 kilómetros por hora”.
Aunque el Servicio Meteorológico de la Armada publicó un catastro con los tornados y trombas ocurridos en el país desde el año 1633 a la fecha, el meteorólogo Eduardo Sáez afirma que “el registrar dos fenómenos en días consecutivos, y con tal poder de destrucción, es una señal contundente que estamos un proceso de cambio. Eso es innegable y la comunidad científica debe ser enfática en remarcarlo”.