La destrucción del bosque tropical más grande del planeta encendió las alarmas, ya que la Amazonía está emitiendo más dióxido de carbono del que captura. En el Día Internacional de los Bosques, el llamado es urgente para proteger estos ecosistemas fundamentales para la vida de todos en la Tierra.
Los bosques son los principales sumideros de dióxido de carbono (CO2) sobre las tierras elevadas del planeta. El tema es que mientras las emisiones de CO2, el más duradero gas de efecto invernadero (GEI) causante en gran medida del calentamiento global acelerado, aumentan cada día debido a la actividad humana; los bosques, uno de los más importantes capturadores de esta emanación, disminuyen su presencia producto del trajín de los seres humanos.
Dicho de otra manera, la actividad extractivista que realizamos para “ganarnos” el sustento diario es la que nos está privando de aquello con nos “regala” la vida. Vaya paradoja, ¿no les parece?
El tema es que no sólo debemos disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero, sino que capturarlos con prontitud y eficacia. “Las principales fuentes naturales de captura de CO2 son los océanos, el suelo, las plantas y los bosques”, manifiesta Fernanda Salinas, bióloga ambiental y doctora en ciencias con mención en ecología y biología evolutiva.
Lee también: 600 mil personas afectadas: En noviembre podría comenzar el racionamiento de agua potable en La Serena y CoquimboLos árboles absorben dióxido de carbono para crecer, de hecho, entre más jóvenes son, más CO2 necesitan, por lo tanto, capturan una mayor cantidad de este GEI. Se calcula que, en promedio, una especie arbórea madura absorbe cerca de 22 kilogramos de CO2 por año. Mientras, según las estimaciones del Banco Mundial, la media de emisiones de dióxido de carbono por ser humano llega anualmente a 4,5 toneladas.
Hablamos de promedios, porque las tasas de captura varían de acuerdo con las especies arbóreas, el tipo de bosque (abierto, semidenso, denso, esclerófilo, etc.), el clima, el suelo, la edad de los árboles, entre otros factores.
“Lograr que los árboles que se han cortado en todo el planeta vuelvan a crecer es la manera más efectiva de enfrentar al cambio climático”, asegura un estudio publicado en la revista Science. De conseguirse esto, esos árboles podrían capturar dos tercios del CO2 emitido por los seres humanos.
Según la investigación, se necesitan reforestar con especies nativas unas “mil millones de hectáreas adicionales de bosques para el año 2050”. Los autores del estudio determinaron que, excluyendo las zonas con árboles, áreas agrícolas y urbanas existentes, “hay espacio para plantar casi mil millones de hectáreas extras de árboles, el equivalente a la superficie de Estados Unidos. Estos podrían almacenar 205 gigatoneladas de carbono”.
Lee también: ¿Cuántos otoños has vivido? Conoce el por qué producen las estaciones del añoDurante la década pasada (2010-2019), la Amazonía emitió 16.600 millones de toneladas de CO2 a la atmosfera, mientras que absorbió sólo 13.900 millones de toneladas, según publicó la revista Nature Climate Change. Es decir, el bosque tropical más grande del mundo liberó casi un 20% del dióxido de carbono que consumió.
Lo anterior no es una excepción, ya que va en línea con lo que ocurre en general con los bosques tropicales a nivel mundial. De acuerdo con la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA) de Estados Unidos la capacidad de estos ecosistemas para absorber cantidades masivas de carbono ha disminuido en los últimos años.
¿Por qué? Por la deforestación a gran escala, la degradación del hábitat y el aumento de temperatura en esta región del planeta, entre otros factores.
Lee también: ¿Cuáles son los principales gases de efecto invernadero?: Emisiones mundiales de CO2 baten récord“Los bosques son ecosistemas naturales formados principalmente por especies arbóreas con una dinámica de regeneración espontánea y natural con la prestación de servicios ecosistémicos fundamentales para la vida para la Tierra”, reseña Fernanda Salinas.
En síntesis, la destrucción de los bosques con fines netamente comerciales se transforma en un ecocidio (destrucción del medio ambiente, en especial, de forma intencionada) del cual ya comenzamos a pagar sus consecuencias.