Quiénes son los padres de Felipe Rojas y por qué la familia de Fernanda Maciel los acusa de encubridores - Chilevisión
01/07/2019 07:26

Quiénes son los padres de Felipe Rojas y por qué la familia de Fernanda Maciel los acusa de encubridores

Rolando Rojas Plaza (59) y Adela Lobos Navarro (60) son vecinos de los Maciel Correa desde 2008. Tras la desaparición del 10 de febrero de 2018, le quitaron el saludo a la madre de Fernanda, levantaron una muralla de ladrillos entre ambas casas y ayudaron a su hijo a presentar un fallido recurso de protección ante la justicia.

Publicado por Macarena Casanova

Fue en octubre de 2018 cuando la prensa escuchó por primera vez el nombre de Felipe Andrés Rojas Lobos (25), hasta ahora el único imputado por el homicidio de Fernanda Maciel (21), cuyo cuerpo fue hallado después de 500 días de investigación.

El arrendatario de la bodega, dueño de la empresa de carpas, reveló que durante las dos primeras semanas de febrero le había dejado las llaves para que alimentara los perros y cuidara el recinto, ubicado en calle Llaima, en Conchalí.

“Un amigo estuvo trabajando como dos semanas acá, cuando nosotros nos fuimos de vacaciones le dejamos a cargo. Según supe se iba a juntar con ella, pero después no alcanzó a juntarse… para nosotros es súper incómodo. Quiero dejar bien en claro que acá no han encontrado nada, ni un pelo”, contó el hombre que apareció dándole la espalda a las cámaras.

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A pesar de que ésa fue la primera vez que se sabía públicamente de Felipe Rojas, no era un desconocido para la policía. El 28 de febrero, a sólo 18 días de la desaparición, Carabineros llegó de sorpresa a su trabajo para interrogarlo. Luego, según denunció, lo volvieron a interrogar, le retuvieron el celular e incluso habrían allanado su casa.

Todo eso llevó a que el 6 de marzo de 2018 presentara un recurso de protección ante la Corte de Apelaciones de Santiago, una acción que fue mirada con recelo e instaló la desconfianza en la familia de la joven embarazada.

Quiebre entre los vecinos

10 años antes de la desaparición, los Maciel Correa llegaron a la casa ubicada en el pasaje Puntiagudo, en Conchalí, justo al lado de donde vive la familia de Rojas Lobos. Felipe tenía unos 13 años, Fernanda 11.

Una pandereta era lo único que separaba sus casas. Por allí, ambos comenzaron a hablarse, se hicieron amigos y se citaban para salir a conversar o a "fumar un pito”.

Aunque la cercanía era sólo entre los jóvenes, sus respectivas familias durante esos años mantuvieron un trato cordial, "de vecinos". Sin embargo, cuando se empezó a hablar de la bodega, todo cambió.

Tanto Adela Lobos Navarro (60) como Rolando Rojas Plaza (59), los padres de Felipe, participaron del recurso de protección presentado ante la justicia, donde suscriben que Carabineros ingresó "bajo presión" al domicilio familiar y "bajo engaño" incautó el teléfono de su hijo.

"Fui víctima, por desconocimiento legal de mis derechos, al sufrir un allanamiento de morada (...) A nosotros se nos negó la entrada y no me dieron opción de leer lo que firmé", alegó la mamá del imputado en la acción judicial, que cuatro días después de presentada fue rechazada por la Corte.

Se dice que después de eso, Adela Lobos dejó de saludar a Paola Correa, la madre de Fer, quien con el pasar de los meses no ocultaba que el hijo de sus vecinos era uno de sus principales sospechosos.

“Nunca, nunca se acercó nadie de esa familia a tratar de ayudarnos o darnos un saludo, nada”, recuerda Luis Pettersen, quien señala que otras personas del vecindario, aunque no los conocían, les daban una palabra de aliento por la situación que estaban pasando.

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Incluso, en estos últimos meses, aquella antigua pandereta que separaba las casas fue reemplazada por una muralla de ladrillos. La construcción comenzó poco antes que Paola dijera en televisión que había visto un video de "una persona con un saco de cemento entrando a la bodega”, aludiendo a Felipe.

Hoy, esa grabación de las cámaras de seguridad, junto a los vouchers de las compras de cemento y cal en una ferretería del barrio, son parte de las pruebas que maneja la Fiscalía Centro Norte para inculpar a Rojas como autor del crimen.

Un perfil contradictorio

 “Hace lo que hace un chico de su edad. Sale en ocasiones, carretea, estudia, trabaja”, fue lo que dijo el martes pasado Rolando Rojas, el hermano del joven que cumple prisión preventiva por el homicidio de Fernanda Maciel.

La imagen de Felipe que tiene la familia coincide con la que tienen los pocos vecinos que lo conocen, quienes lo describen como un muchacho tranquilo, que diariamente iba de la casa al trabajo a bordo de su bicicleta, la misma que fue incautada por Carabineros tras el hallazgo del cuerpo.

Desde su adolescencia, Rojas trabajó como asistente de cocina en diferentes locales de malls capitalinos. Cuando no tenía empleo, él optaba pararse en los semáforos en rojo y ganar dinero mostrando uno de sus talentos: el malabarismo con fuego.

Según sus cercanos, esta técnica la aprendió “callejeando”, de amigos que tuvo cuando era pequeño, en la misma época en que empezó a consumir marihuana.

Nunca fue amante de los estudios y los registros del Ministerio de Educación lo confirman. Felipe cursó hasta 4° básico en colegios regulares. De 5° básico en adelante estudió en la modalidad 2 por 1 en establecimientos para adultos de la comuna de Conchalí. Recién egresó de 4° medio en 2017, cuando tenía 24 años.

Pero a pesar de que nunca fue bueno para los estudios, a seis meses de la desaparición de Maciel, Felipe tomó una decisión que habría sorprendido a su entorno: se matriculó para estudiar de noche una carrera universitaria.

Rojas trató de llevar una vida normal, pese a que su entorno notaba cambios en su aspecto y en su comportamiento. Natalia, su polola por dos años, quien lo terminó delatando ante la Fiscalía tras distanciarse, señaló que en el último tiempo tenía crisis de pánico, escondía su celular y andaba de mal humor.

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No obstante, hasta el día en que fue detenido se mantuvo trabajando a honorarios como estafeta en la Universidad Tecnológica Metropolitana (UTEM), de donde fue desvinculado el día en que lo formalizaron por el crimen de Maciel.

En marzo de 2018, poco después de que ocurriera lo de Fernanda, Rojas fue denunciado por amenazar de muerte por vía telefónica a Sofía, una ex pareja.

“Enferma culiá, enferma maraca, una prostituta y donde te pille te voy a pegar y matar (sic)”, le habría dicho este joven a su ex conviviente, según señala el documento, aunque se desconocen las razones de la pelea. Pocos meses después, el caso fue sobreseído por el Tribunal Oral en Lo Penal de Peñaflor.

Sus cercanos sólo le conocieron estas dos pololas, pues, según cuentan, no es un joven que se caracterizara por tener muchas parejas. Probablemente a raíz de la inseguridad que podrían provocarle sus constantes cambios físicos.

De hecho, tal como quedó en evidencia, Felipe subió notablemente de peso en los últimos 16 meses, tiempo en que Maciel estuvo desaparecida. Y aunque para el ex animador Carlos Pinto esta alza de peso pudo ser “un reflejo de lo que estaba pasando dentro de él”, su hermano Rolando asegura que las subidas y bajadas eran habituales en su vida.

¿La familia lo encubrió?

Al día siguiente de su detención, la prensa estuvo apostada en las afueras de la casa de los Rojas Lobos. Allí, separado por una reja de color negro, Rolando, su hermano mayor, entregó las primeras declaraciones a nombre de la familia.

"Lo vamos a apoyar, pero nunca encubrir (…) vamos a dejar que la justicia se haga, se dicte y nuestro apoyo a la familia de Fernanda”, enfatizó en ese momento.  Y agregó: "Es terrible, es vergonzoso, es nuevo todo esto de vernos involucrados en un delito. Lo estamos abordando de la mejor manera, sin obstruir a la justicia, dejando que hagan su trabajo. Nosotros estamos a favor de que se haga justicia".

Sin embargo, los cercanos a la víctima han cuestionado que Rojas pudiera haber llevado a cabo el plan en solitario y han apuntado a la familia como posibles encubridores del crimen, sobre todo si se considera que sus padres participaron del fallido recurso de protección interpuesto en marzo de 2018.

"Yo creo que tiene que haber sabido algo (la madre de Felipe). Uno conoce mucho a sus hijos. La verdad es que tampoco la quiero culpar, pero ella debía saber algo", señaló Nicole Correa, tía de la víctima, a La Cuarta.

La hipótesis del encubrimiento podría tomar fuerza si se toma en cuenta la declaración de Natalia, la ex polola de Felipe que lo delató el pasado 23 de junio.

La joven señala que, de acuerdo a lo que él mismo le contó, después de la muerte de Fernanda, formateó su celular y lo fue a vender al Persa Zapadores. Luego, le dijo que se dio algunas vueltas en bicicleta y fue a visitar a su hermano Francisco.

“(Dijo que) se fue al departamento de su hermano y que subieron a la terraza a lo más alto, y que se quería tirar porque los pacos lo iban a ir a buscar y lo iban a meter preso. Y que su hermano lo había sujetado de la mano y le decía: ‘hermano tranquilo, lo vamos a arreglar’. Y como que recién ahí se le había pasado el efecto de la marihuana y empezó a darse cuenta de lo que había sucedido”, relató la testigo ante la fiscalía.

“Entonces yo le dije que no le creía, que si fuera cierto ya lo habrían pillado. Entonces él me dijo que le preguntara a Francisco, que él me diría la verdad, porque él sabía. Él seguía llorando y me dijo que la otra persona que sabía era su mamá”, agregó la joven.

Sin embargo, el círculo cercano a Maciel también tiene entre sus sospechosos de encubrir el crimen al padre, Rolando Rojas Plaza. Este lunes, el matinal Contigo en La Mañana (CHV) reveló una conversación entre él y Felipe antes de uno de los interrogatorios, donde le recomienda recordar la versión que ya había entregado a las autoridades.

"Trata de acordarte bien lo que dijiste anteriormente, Felipe (...) Porque sino, lo único que van a hacer es comprar lo que vai a hablar ahora con lo que hablaste el otro día. No po hueón (sic)", le señala.

Según vecinos que conocen desde hace años a la familia, Rojas Plaza, que actualmente oficia como vigilante, habría prestado servicios a la empresa militar Blackwater, mercenarios privados que han operado en países en conflicto como Irak, pero ninguno se ha atrevido a decirlo públicamente.

Sin embargo, él mismo ha publicado fotografías en Facebook vistiendo ropa militar en Bagdad, lo que podría confirmar los rumores.

“La ubicación geográfica donde fue enterrado el cuerpo, en un vértice de ambas panderetas, es atípica. El uso de cal necesita una asesoría. La presentación de un recurso de amparo para no ser hostigado por las policías también es un tema estratégico. Él tenía una asesoría, ¿de quién? No sabemos”, afirma Francisco Pulgar, cientista criminalístico que ha seguido el caso de Fernanda Maciel.

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