El prefecto regional del Biobío de la PDI, Hugo Ruiz, señaló que "se estaba rastreando día a día, por eso se cuadriculó el sector de búsqueda y es donde estábamos rastreando". Por su parte, bomberos argumentaron por qué no consideraron antes el predio donde fue hallado el menor.
La incógnita tras la desaparición del pequeño Tomás Bravo comenzó en el puente El Molino a sólo metros de la casa. Al segundo día de búsqueda, el rango iba en 4 kilómetros y 48 horas después aumentó al doble de esa superficie, cubriendo un total de 8 kilómetros desde el punto cero. Sin embargo, el menor fue encontrado a 2 kilómetros desde donde fue visto por última vez, lo que pone en duda la eficacia de la búsqueda, que contó con más de 300 personas. No sólo habían especialistas en el lugar, sino que también drones sobrevolando el área con cámaras térmicas, así como también imágenes satelitales y canes adiestrados. Sin embargo, su hallazgo se dio recién al noveno día. "Se estaba rastreando día a día, por eso se cuadriculó el sector de búsqueda y es donde estábamos rastreando. Es parte del trabajo que se estaba haciendo en cuanto a la búsqueda y a la investigación", dijo el prefecto regional del Biobío de la PDI, Hugo Ruiz. "Recordemos que también el avión que tomó estas fotografías satelitales fue el que hizo el recorrido, el avión de la FACh, donde iban dando dando puntos de interés", señaló Christian Garrido, ex detective de la PDI y perito criminalista. Por su parte, desde Bomberos explicaron que el lugar donde se encontró a Tomás “está a una distancia considerable desde el punto cero, al lugar donde fue encontrado. En un principio no fue considerado, pensando en un menor de edad, qué distancia se podía desplazar".