Desde el taller de urnas al cementerio, son varios los que deben ver de frente la pandemia a diario, arriesgando sus vidas en pos de un servicio que, lamentablemente, se ha vuelto más esencial que nunca.
"Modelo COVID" es como le han llamado al tipo de ataúd que nació en medio de la pandemia. "Tiene características de una urna rápida, fácil de hacer. Es el modelo con el que podemos triplicar nuestra producción", cuenta Manuel González, jefe de un taller de urnas.
Al levantar la tapa, no vemos un vidrio que permite ver al deudo en situaciones normales. En este caso, nos encontramos con una lámina soldada.
A la semana se confeccionan, sólo en este taller, 130 féretros modelo COVID.
Luis Bergerie, también dueño de un taller de urnas, asegura que en un día normal, sin pandemia, en Santiago tenemos entre 80 a 90 fallecimientos diarios. Hoy, sería entre 220 a 230 personas diarias.
El ritmo que han debido adoptar estos talleres ha obligado a en muchos casos tener que pasar la noche en el lugar.
Si bien la demanda de urnas ha aumentado, sus precios han disminuido ante la sencillez del producto final, puesto que no hay tiempo para reparar en detalles o sofisticaciones; las urnas se sellan, barnizan y salen del taller.
"Si no lo hacemos así, vamos a colapsar como fabricantes", explica Manuel.
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Estos son el siguiente eslabón en la cadena. Igor Woldansky, dueño de una funeraria, asegura que aún no están saturados, pero que las llamadas aumentan cada día.
Aquí, los procedimientos también han cambiado, sobre todo si se trata de un fallecido por coronavirus. A las estrictas normas sanitarias ya conocidas, se suma la más triste de las exigencias: la denominada "bolsa COVID".
El cuerpo del fallecido va directamente a esta bolsa, para luego ser depositado al interior de la urna.
Lee también: Trabajador denuncia que empresa que realiza obra de skatepark le entregó permiso adulteradoYa que no son los únicos que forman parte del proceso detrás de un fallecido, Igor cuenta que ellos están supeditados a los horarios de los cementerios, siguiente paso en la cadena.
"Si ellos no colapsan, creo que tampoco colapsamos nosotros. Pero sí podría tener una demora en atender al fallecido", asegura.
Cristián Errázuriz, gerente general del Cementerio Católico, afirma que los crematorios se han triplicado en este periodo, y todos manteniendo sus precios.
Todos los implicados tras la muerte de una persona dan cuenta del lamentable aumento de sus negocios, generados por una pandemia que a la fecha se ha llevado a más de 4 mil personas.
"Esto es una pesadilla. Realmente es algo que nunca presencié, o que me hayan contado (...) Cuesta entender que se te vaya un amigo por un cruel virus", afirma Luis Bergerie.