Tras casi dos décadas de investigación, lograron purificar para tratamientos cicatrizantes, relajantes y el más importante de ellos, neutralizar las altas cargas eléctricas que provocan epilepsia.
En la marea roja podría estar la solución para la epilepsia. Así de potente es la conclusión de científicos chilenos que fueron capaces de identificar una toxina de algas marinas que sirve para paralizar los efectos de una crisis epiléptica.
El doctor Néstor Lagos, experto en fisiología y biofísica de la Facultad de Medicina de la U. de Chile, explica que "sabía muy bien cuál era el mecanismo de acción de estas toxinas, y por eso se llaman paralizantes, porque paralizan".
"En el laboratorio del doctor Lagos identificaron estas toxinas hace años para saber cuáles eran las que producían la marea roja", comenta el doctor Luis Valdés, del instituto Milenio BNI de la Facultad de Medicina de la U. de Chile.
En detalle, son las mismas que producen la temida marea roja, pero que estos científicos tras casi dos décadas de investigación, lograron purificar para tratamientos cicatrizantes, relajantes y el más importante de ellos, neutralizar las altas cargas eléctricas que provocan epilepsia.
Lee también: El plan para que no se seque el Parque Metropolitano ni el cerro San Cristóbal"Es el anestésico natural más potente que existe, pueden mantener estas neuronas sin que disparen potenciales reacciones o descargas eléctricas por varios días", añade el doctor Valdés.
En Chile 200 mil personas padecen esta patología, a nivel global son 50 millones y hasta hoy no existe una cura. De allí la importancia de este tratamiento que podría evitar las crisis epilépticas.
"Sé que hablo de una toxina y asusta y cuando hay marea roja queda la embarrada en el sur, pero veneno depende la dosis y la dosis que usamos no provocará daño alguno", comenta Tamara Bustamante, científica del instituto Milenio y que vive con esta enfermedad.
De hecho un 30% de quienes padecen esta patología resultan inmunes a los actuales remedios para calmar sus efectos.
Y es la ciencia chilena la que, ante esta situación, ofrece esta respuesta que podría cambiar la vida de millones de personas.