Aunque las partículas MP2,5 y MP10 siguen siendo más abundantes en las ciudades de bajos y medianos ingresos, la Organización Mundial de la Salud confirmó que la contaminación por dióxido de nitrógeno no hace distinciones entre ricos y pobres.
“Ser el parásito de la Tierra nos lleva a la autodestrucción”, sostiene el macroecólogo español, David Nogués Bravo, con respecto al rol de la humanidad dentro de la evolución. Algo que, a estas alturas, y con evidencia contundente sobre la mesa, resulta una verdad irrefutable. Cierto, unos más parásitos que otros, aunque se entiende que esta frase hace referencia a la especie.
Autodestrucción que ya está en marcha, tanto así, que el 99% de la población mundial está respirando un aire que supera los límites de calidad establecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS) poniendo en peligro nuestra salud.
La OMS vigila la calidad del aire en más de 6 mil ciudades de 117 países, en dónde sus habitantes respiran niveles insalubres de partículas finas y de dióxido de nitrógeno.
Las personas más expuestas son aquellas de países de ingresos bajos y medios. En las naciones con más ingresos, la contaminación por partículas es menor; sin embargo, la mayoría de las ciudades tienen problemas con el dióxido de nitrógeno.
La actualización de 2022 introduce por primera vez mediciones en tierra de las concentraciones medias anuales de dióxido de nitrógeno (NO2), un contaminante urbano muy común. También incluye mediciones de partículas PM10 y PM2,5. Ambos grupos de contaminantes se originan principalmente en las actividades humanas relacionadas con la combustión de combustibles fósiles.
El aire del 17% de las ciudades de los países de renta alta está por debajo de las directrices de calidad para las partículas PM2,5 o PM10; mientras que en los de ingresos bajos y medios, la calidad del aire en menos del 1% de las ciudades cumple los umbrales recomendados.
Las naciones de ingresos bajos y medios siguen experimentando una mayor exposición a niveles insalubres de partículas en comparación con la media mundial; pero los patrones de NO2 son diferentes, mostrando menos diferencias entre los países de ingresos altos, bajos y medios.
"Después de haber sobrevivido a una pandemia, es inaceptable que sigan existiendo 7 millones de muertes evitables debido a la contaminación del aire”, afirma Maria Neira, directora del Departamento de Medio Ambiente, Cambio Climático y Salud de la OMS.
El daño que la suciedad del aire provoca en el cuerpo humano ha crecido rápidamente y apunta a un deterioro significativo causado, incluso, por niveles bajos de muchos contaminantes atmosféricos.
Las partículas, especialmente PM2,5, son capaces de penetrar profundamente en los pulmones y entrar en el torrente sanguíneo causando impactos cardiovasculares, cerebrovasculares (ictus) y respiratorios.
El dióxido de nitrógeno (NO2) se asocia a enfermedades respiratorias, sobre todo al asma, lo que provoca síntomas respiratorios (tos, sibilancias o dificultad para respirar), ingresos hospitalarios y visitas a los servicios de urgencias.
"Los problemas energéticos actuales ponen de manifiesto la importancia de acelerar la transición a sistemas energéticos más limpios y saludables", afirmó Tedros Adhanom, director general de la OMS.
"Los elevados precios de los combustibles fósiles, la seguridad energética y la necesidad de hacer frente al doble reto sanitario que suponen la contaminación y el cambio climático, ponen de manifiesto la urgencia de avanzar más rápidamente hacia un mundo mucho menos dependiente de los combustibles fósiles", aseguró el doctor.
Recomendaciones
Aunque se han tomado medidas para mejorar la calidad del aire, la Organización Mundial de la Salud exige que se intensifiquen las acciones para: