Un extenso reportaje de The Clinic reveló las acusaciones de tres mujeres contra El Temucano, quienes aseguraron que sufrieron abusos en la secta denominada Tallis. El cantautor las comprometía a tener siete encuentros íntimos con él, con el fin de que le traspasaran su energía. "Para él, nosotras éramos esclavas sexuales, nada más", señaló una de ellas.
El 30 de septiembre de 2018 se destapó una denuncia contra Tito Fernández, conocido como El Temucano. Una ex integrante de una agrupación liderada por él se querelló en su contra por presuntos abusos sexuales.
El cantautor presidía el Centro Integral de Estudios Metafísicos, un grupo de 13 personas que se reunían en el Sindicato de Folcloristas. En las asambleas, Humberto Baeza Fernández -nombre legal de El Temucano- impartía sus enseñanzas espirituales mediante un texto escrito por él.
En un extenso reportaje de The Clinic, tres mujeres relataron en detalle los supuestos abusos que sufrieron por parte del florclorista en la secta denominada Tallis. Las denunciantes no dieron a conocer sus nombres y afirmaron que fueron obligadas a entregar servicios sexuales al músico.
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Fernández era llamado el "maestro" de la organización. Una de las víctimas señaló que Baeza le aseguraba que ella tenía un don y que, por lo mismo, la necesitaba para un trabajo muy importante.
Agregó que las citaba a reuniones mediante correos electrónicos, donde les pedía favores sexuales con el fin de que traspasaran su energía a él, pero que antes debían reunirse con una “maestra”. “(Ella) nos hizo hacer un juramento, que era algo así como: ‘Le pertenecemos al maestro, le hemos dado nuestra energía’. Nos hizo jurar lealtad, silencio y obediencia, también a nuestras hermanas”, recordó.
“Él nos pedía que nos saludáramos de besos en la boca y que a las reuniones de Tallis fuéramos con falda. Entonces él se acercaba y pasaba una a una tocándonos la vagina”, relató la mujer.
Tras estos hechos, indicó que las seguidoras de Fernández fueron rebautizadas con distintos nombres ligados a las deidades mitológicas. Ella era Thara, la dueña de los pensamientos del maestro.
Posteriormente coordinó mediante un correo el encuentro que tendrían en un motel, donde tenía que entregarle su energía sexual. Relató que en el lugar él tenía una espada y que en ella había un juramento. “Me dijo que ese era un trabajo fome, pero que había que cumplir (...) para mi sorpresa, no había tal prueba, sino una violación. Hice todo lo que me pidió, pero no me tuve que desvestir, ni excitarlo, nada. Él hizo su trabajo no más”, manifestó.
De acuerdo con el reportaje, Baeza comprometía que sus discípulas tuvieran siete encuentros sexuales con él en el mismo motel, que estaba en Ejército con Toesca, Santiago Centro.
Otra de las víctimas aseguró que Tito hacía brujerías con fotos, pero que en el tiempo que lo conoció se sentía valorada por él. Tras distintas reuniones, aceptó el trabajo sexual que tenía que hacer con él. “Pensé que sería algo esotérico, espiritual. No pensé que era de contacto directo”, afirmó. Sin embargo, cuando le dio a conocer la decisión, recordó que el maestro la besó.
Posteriormente fue bautizada como Kamir, la dueña de los actos inconscientes del maestro, pero ella comenzó a sentirse amenazadas por medio de indirectas, lo que provocaran que soñara con cárceles. “Yo quería escapar, pero la cárcel estaba en mi interior”, sostuvo.
Cuando fueron al motel ella pensaba que era solo una prueba, pero no fue así. “El día que yo hago este trabajo con ustedes nunca como, para estar purificado. Y, para mí, eso era una señal de que esto era importante. Él quería que yo, por ser bailarina, me sacara la ropa de algún modo sexy y a mí no me salía. No podía actuar. Y me violó. No tuvo ni un cuidado, ni un gesto cariñoso. Para él, nosotras éramos esclavas sexuales, nada más”, recordó.
Con el pasar del tiempo ella conoció a más personas y a desconfiar de las pruebas que le pedía el maestro. Su relación con él llegó a su fin cuando lo encaró en un local de comidas. “Te vengo a decir que no creo nada de lo que dices. Mi energía es mía, no te la voy a dar nunca más ¡Erís un viejo chanta!”, señaló.
La tercera víctima llegó al centro por problemas de autoestima. Iba como oyente, pero luego le indicaron que se podía iniciar.
En una reunión aseguró que hicieron un juramento de lealtad hacía él. “En ese momento me había puesto la punta de la espada en el cuello, en la zona de la tráquea. Aunque estaba vendada, sabía que eso era un arma ¿Qué podía hacer?, agregó.
La mujer fue bautizada como Mérope, quien está a cargo de los sufrimientos del maestro y la que puede aliviarlos.
En el encuentro en el motel la hizo hacer un juramento, el de los siete encuentros sexuales.
“Me miraba con la cara del típico viejo verde que una se cruza en la calle, que de sagrada no tenía mucho, pero yo hasta me sentía mal por observar ese tipo de detalles (…) Para mí fue doloroso y asqueroso. Él no usó ninguna protección y no se lavó. Lo que más me pasaba por la cabeza era: “¿De qué mierda me voy a enfermar?” No pensé en embarazo, pensé en infecciones”, recordó la mujer.
El 1 de octubre de 2018, a un día que se revelara la denuncia, Tito Fernández negó las acusaciones en su contra.
“Nunca fue así”, aseguró a El Mercurio. “No tengo la menor idea cómo no existió eso, no se me ocurre”, agregó sin ahondar más sobre el tema.
Lee también: Tito Fernández negó rotundamente acusaciones de acoso sexualDesde The Clinic se contactaron el abogado de Baeza, Juan Carlos Sepúlveda, pero indicó que no respondería preguntas del caso. En tanto, las reuniones que realizaban en el centro se suspendieron.
También indicaron que dos de las mujeres presentaron querellas por violación con el Servicio Nacional de la Mujer y Equidad de Género (Sernameg), mientras que la tercera realizará la denuncia dentro de los próximos días.