Una agricultura de alta intensidad y un calentamiento climático considerable son dos de las principales causas del declive, según reveló un estudio de Nature.
El estudio, publicado en Nature, es el primero en identificar que la interacción entre el aumento de las temperaturas y los cambios en el uso del suelo está provocando pérdidas generalizadas en numerosos grupos de insectos en todo el mundo, afirman los autores.
"Muchos insectos parecen ser muy vulnerables a las presiones humanas, lo que resulta preocupante a medida que el cambio climático se agrava y las zonas agrícolas siguen expandiéndose", señala en un comunicado Charlie Outhwaite, de la UCL.
Según el investigador, las conclusiones de este trabajo ponen de manifiesto "la urgencia de adoptar medidas para preservar los hábitats naturales, frenar la expansión de la agricultura de alta intensidad y reducir las emisiones para mitigar el cambio climático".
La pérdida de poblaciones de insectos podría ser perjudicial no solo para el medioambiente natural, donde los insectos a menudo desempeñan funciones clave en los ecosistemas locales, sino que también podría perjudicar a la salud humana y la seguridad alimentaria, en particular con la pérdida de polinizadores.
"Nuestros hallazgos pueden representar solo la punta del iceberg, ya que hay pruebas limitadas en algunas áreas, en particular en los trópicos, que encontramos que tienen reducciones bastante altas en la biodiversidad de insectos en las áreas más impactadas".
Para llegar a sus conclusiones, los investigadores combinaron datos sobre cambios de temperatura y de uso del suelo con datos sobre la biodiversidad de los insectos en más de 6 mil lugares diferentes de todo el mundo, por un período de 20 años.
Descubrieron que en aquellas con una agricultura de alta intensidad y un calentamiento climático considerable, el número de insectos era un 49% menor que en los hábitats más naturales sin calentamiento climático registrado, mientras que el número de especies diferentes era un 29% menor.
Las zonas tropicales registraron los mayores descensos de la biodiversidad de insectos relacionados con el uso del suelo y el cambio climático.
Descubrieron que, en las zonas con una agricultura de baja intensidad y un calentamiento climático considerable, el hecho de tener un hábitat natural cercano amortiguaba las pérdidas.
Cuando el 75% del terreno estaba cubierto por un hábitat natural, la abundancia de insectos solo disminuyó un 7%, frente a una reducción del 63 en zonas comparables con solo un 25 % de cobertura de hábitat natural.
Muchos insectos dependen de las plantas para obtener sombra en los días calurosos, por lo que la pérdida de hábitats naturales podría hacerlos más vulnerables al calentamiento del clima, explica la UCL.
Los investigadores afirman que el declive de los insectos debido a la influencia humana puede ser incluso mayor de lo que sugieren sus resultados, ya que muchas zonas con un largo historial de impactos humanos ya habrían sufrido pérdidas de biodiversidad antes del inicio del período de estudio.
Además, el trabajo tampoco tuvo en cuenta los efectos de otros factores como la contaminación.
Los científicos comprobaron, además, que los insectos polinizadores son especialmente vulnerables a la expansión agrícola, ya que parecen ser más de un 70 % menos abundantes en las tierras de cultivo de alta intensidad en comparación con los lugares silvestres.