Sabemos que no es lo mismo, que ya son 32 sus años y que su camino es otro bastante distinto al que soñamos. Pero nada de eso importa, a la distancia, Fernández se ve contento y valorado. La ciudad de Gabriel García Márquez ha sabido brindarle el cariño que por estos lados alguna vez expresamos con locura
Siento que ya no nos interesa el dónde ni el con quién. Desde lo más profundo, y después de tantos sueños construidos juntos, solo queremos verlo feliz.
Algunos lo conocieron antes, pero no nos mintamos, las esperezas llegaron el año 2006. ¿Cómo no ilusionarse? Veníamos de dos eliminatorias mundialistas paupérrimas, la participación de los clubes chilenos en competencias internacionales era puramente testimonial, mientras los referentes del fútbol dividían su tiempo entre la farándula y la decadencia deportiva. Todos los nacidos en los '90 aullábamos por la llegada de un mísero talento.
Y aparece él. No nos dio tiempo. Fue todo tan rápido como maravilloso. Rabonas, tiros libres, goles y asistencias escondidas detrás de la timidez más honesta. Mejor. Nos gustó más. Después de tantas jornadas en la tristeza futbolera, "Matigol" desataba las mariposas en la guata de un país entero. Belleza juvenil para las quinceañeras, un cabro bueno para las señoras, la joya más esperada entre los fanáticos, el éxtasis de los colocolinos. Lo teníamos todo.
Títulos en el "Cacique" de Borghi, un meritorio subcampeonato de Copa Sudamericana, goles con la Selección Chilena y hasta el Premio al Mejor Jugador de América. La frase "El 14 de los blancos es un crá" de Mariano Closs, con ese mismo acento que tantas veces nos miró en menos, nos tenia ensimismados. Soñábamos con la historia de siempre: Un salto a Europa multimillonario, los medios internacionales rendidos y la misma magia vista en el Estadio Monumental pero esta vez repartida en Manchester, Barcelona o Madrid.
No se pudo. Las expectativas se hicieron añicos entre lo que parecía ser falta de actitud e incompetencia física. Trato de no pensar en eso. Me quedo con la justa ilusión a raíz de un prodigio descontrolado. Los resúmenes de YouTube de hace 13 años me alegran tanto como me irritan. ¿Él hará lo mismo? ¿Gastará horas desvelado buscando en los compactos la fantasía de un futuro radiante?
Siete camisetas después, divididas en seis países, Matías hoy vuelve al continente que se encargó de sacudir con solo 19 años. El Junior de Barranquilla lo recibió con el cariño que estamos seguros que se merece. Bajo el honor de ser el jugador mejor pagado de todo el fútbol colombiano y con apenas dos encuentros disputados, el chileno ya supo festejar su primer gol. Recibió de rebote, defensa desordenada y derechazo potente, en los últimos minutos de un partido que hasta entonces era derrota. Como no pasaba en mucho tiempo, y aunque tal vez solo sea un espejismo propio de los primeros partidos, Matías Fernández destaca.
https://www.youtube.com/watch?v=1O1yPlh5XvA
Sabemos que no es lo mismo, que ya son 32 sus años y que su camino es otro bastante distinto al que soñamos. Pero nada de eso importa, a la distancia, Fernández se ve contento y valorado. La ciudad de Gabriel García Márquez ha sabido brindarle el cariño que por estos lados alguna vez expresamos con locura. Prensa, fanáticos y compañeros de deshacen en elogios para el mismo volante callado, de pase preciso y chispazos de belleza. Y nada nos deja más contentos.
No es el lugar que pensamos, pero no importa. Cambió el y cambiamos nosotros, y sabemos que está bien así. La pasión y los sueños se fueron, pero el cariño no. Mientras él y su fútbol sonrían, también sonreímos nosotros.