Juan Andrés Salfate y Francisco Ortega son los autores de Alienígenas Americanos, donde buscan establecer un "diálogo entre el fenómeno y el folclore", aunque aclaran que no pretende convencer a nadie de la existencia de seres en otros planetas.
El libro ilustrado por Daslav Maslov y escrito por los ufólogos chilenos Francisco Ortega y Juan Andrés Salfate, que llega a las librerías de Estados Unidos en un momento en el que el "velo" oficial sobre los fenómenos extraterrestres empieza a rasgarse, no pretende convencer a nadie de la existencia de seres en otros planetas.
No se trata de un libro de "investigación" sino un "tratado de historia y geografía ufológica" que se refiere a un espacio que va desde la frontera de México con EE.UU. hasta la Antártida.
Canadá y Estados Unidos, el país donde la ufología moderna comienza en 1947 y donde se inventan términos como "platillo volante" y "alienígena", se quedan fuera de este volumen ilustrado porque el fenómeno tiene en América Latina características propias y bien definidas, dicen sus autores.
A pesar de sus muchos trabajos de campo, Ortega no ha visto nunca ovnis o alienígenas, pero tiene "fe" en la existencia de seres en otros lugares del Universo. Por tanto, dice, para él es comparable a una "experiencia religiosa".
"Es un misterio y la religión se basa en un misterio", sentencia Ortega, que fue editor de la versión chilena de la revista "Muy interesante" y cree que "este fenómeno es extremadamente narrativo".
Salfate sí vio "luces extrañas" un par de veces, pero además ya de adulto, mediante una regresión hipnótica a la que se sometió, supo de un episodio olvidado de su vida infantil en el que vio una "luz azul continua como un láser y pequeños seres" alrededor de su cama.
Después de esta visita, que la madre de Salfate presenció desde una cama contigua a la que una fuerza desconocida la ataba y lo recordó cuando se hizo la regresión, él fue hacia la ventana llevado por el impulso de irse con ellos, relata con naturalidad.
El dúo de ufólogos, que antes publicaron Los Nuevos Brujos, ha recopilado narrativa de distinto tipo sobre mitos y folclore del pasado latinoamericano que pueden verse ahora bajo la óptica de la ufología, que surgió en el siglo XX.
Esa es precisamente la característica latinoamericana: que existe "un diálogo entre el fenómeno y el folclore y el mito", dicen. En EE.UU. eso no existe, no hay "referencias" históricas.
"¿Fue la Guadalupe una cosmonauta?", se preguntan Ortega y Salfate desde el título de uno de los capítulos. El indígena Juan Diego, canonizado por la Iglesia católica en 2002, dijo que la figura luminosa que se le apareció en el cerro de Tepeyac "bajó de una estrella".
En el Popol Vuh, considerado el libro sagrado de los mayas, hay menciones a unos seres "cubiertos de verde y azul" que son "grandes sabios" y se denominan "Gucumatz" y en las crónicas de Jerónimo de Vivar, cronista de la campaña de Pedro de Valdivia contra los mapuches, se relata el avistamiento de esferas de colores cambiantes en el cielo antes del desastre de Tucapel.
Los Libertadores del dominio español, como Bernardo de O'Higgins y Simón Bolívar, no se salvan de relatos o mitos a su alrededor sobre contactos con extraterrestres, según dice el libro, que va hasta nuestros días en su recuento.
Ortega y Salfate mencionan un hecho ocurrido en 1955 en la isla Roberts de la Antártida durante una expedición oficial chilena cuyos integrantes, militares y civiles, testificaron haber visto en el cielo dos objetos metálicos cilíndricos que permanecieron en posición vertical y sin moverse durante horas como uno de los casos más asombrosos recopilados en su libro.
El libro también recoge informaciones que indican que en Argentina, Brasil, Chile y México ha habido casos de naves extraterrestres que se estrellaron con alienígenas a bordo como se dice que ocurrió en el famoso episodio de Roswell, en EE.UU.
Cuando se les pregunta por el país que es el número uno de América Latina en esta particular materia responden sin dudarlo al unísono: Brasil.
En el capítulo titulado "La batalla de Brasil" cuentan lo ocurrido el 19 de mayo de 1986 sobre el cielo de Sao Paulo, cuando el piloto civil Claudio Carvalho, al mando de una avioneta, recibió el encargo de la base de la Fuerza Aérea anexa al aeropuerto internacional de Guarulhos.
Le pidieron que volara más alto y les dijera lo que veía encima suyo: "!Dios mío! (...) son platos voladores", les dijo Carvalho al avistar unos objetos hechos de "luz sólida" que podían permanecer quietos en el aire.
Los dos autores Alienígenas Americanos subrayan su satisfacción por el hecho de que en EE.UU. se esté empezando a dar transparencia oficial a estos hechos, con desclasificación de documentos incluida, y esperan que América Latina siga el ejemplo.
Su propósito con el libro es generar "un efecto fogata" para que la gente común también se atreva a hablar de "sus encuentros con lo extraordinario".