Bienvenidos sean los dos veteranos y los tres nuevos fichajes de Tolerancia Cero. En buena hora nos tendremos que hacer a la idea que ya nunca más será el confortable club de Toby de la noche después de ver los goles del fin de semana.
Viernes 19 de mayo de 2017 | 13:23
Una dosis ilimitada de tolerancia habrá de mostrar nuestro programa político favorito en su retorno si quiere conseguir el mismo propósito de todas sus temporadas previas, que es reflejar las tensiones y contradicciones de la vida social y política chilena, dar cuenta cabal de lo que hay detrás de los debates y también de la ausencia de éstos, configurar una mirada común con toda su diversidad y hacerse eco de los fenómenos que vienen antes de que se conviertan en moda o sentido común.
Bienvenidos sean los dos veteranos y los tres nuevos fichajes de Tolerancia Cero. En buena hora nos tendremos que hacer a la idea que ya nunca más será el confortable club de Toby de la noche después de ver los goles del fin de semana. Apuesto que la agudeza de Matamala, la asertividad de Mónica Rincón y la originalidad de Catalina Parot se llevarán bien con el escepticismo radical de Villegas y la profundidad proverbial de Paulsen para producir una tertulia cargada de electricidad y de sentido.
Le hace bien a Chilevisión y a la televisión chilena el regreso del Jedi de los programas políticos, porque Tolerancia Cero es un hábito saludable, un vicio adictivo y un estímulo permanente a la reflexión sobre nosotros mismos y el país en el que vivimos.
Buena época para volver, en la que todas las certezas están desafiadas y se agradece reflexión verdadera para ver más allá de la incertidumbre dominante lo que nos depara el futuro.