El periodista contó que recibió el diagnóstico hace ocho años y que tardó en iniciar el tratamiento por miedo y estigma. Hoy, con terapia, el virus es indetectable e intransmisible
Andrés Caniulef contó públicamente que es portador de VIH desde hace ocho años. Su diagnóstico llegó tras una serie de problemas de salud, entre ellos resfríos, alergias y anemia, que lo llevaron a realizarse exámenes médicos.
“Fui a un médico general y me mandó a hacer exámenes, entre ellos el de VIH... En la clínica me dijeron que si es positivo te llaman, y a mí me llamaron”, relató el comunicador en una entrevista con Las Últimas Noticias.
A pesar de recibir la noticia, decidió ignorarla y evitar el resultado por miedo y vergüenza. “No le conté a nadie que me había hecho el examen, ni fui a buscar el resultado. Me dio miedo, me dio vergüenza y me fui de vacaciones a España. Cuando volví a Chile estuve dos meses sin querer saber del examen”, confesó.
Durante los meses siguientes, su cuerpo comenzó a resentir la falta de tratamiento. La fatiga era constante y su sistema inmunológico estaba debilitado.
Incluso heridas pequeñas en su piel tardaban en cicatrizar, lo que fue una señal de alarma para él. Fue en ese momento cuando decidió enfrentar la realidad y buscar ayuda médica.
“Me hice una herida en la piel y no cicatrizaba. Ahí fue el detonante y fui al médico para comenzar el tratamiento”, comentó Andrés Caniulef.
Su vida cotidiana no cambió drásticamente, pero sí su percepción sobre la importancia de un diagnóstico temprano y el acceso a la terapia adecuada.
“Es muy simple. Como es una enfermedad crónica, te tienes que tomar un medicamento todos los días. A los seis meses, el VIH era indetectable e intransmisible”, explicó.
Más que la enfermedad en sí, lo que más le afectó durante estos años fue el estigma social. La vergüenza y el miedo a ser juzgado lo llevaron a guardar silencio, incluso frente a su familia. Durante años, manejó la situación solo, sin compartir su diagnóstico con nadie.
"Por eso creo que el VIH no te mata, lo que te mata es la vergüenza, el miedo y lo que te hacen sentir otros, porque sí existe la discriminación”, afirmó.
“Si existe la discriminación. Entonces todo esto te lo pierdes y comienzas un tratamiento tardío o simplemente no lo comienzas nunca”, enfatizó.