"He tenido que vender mis cosas para comer": Las voces de la pobreza extrema en medio de la pandemia - Chilevisión
12/06/2020 00:09

"He tenido que vender mis cosas para comer": Las voces de la pobreza extrema en medio de la pandemia

Para comer hacen ollas comunes, porque muchos no tienen alimentos o viven en la calle. Algunos quedaron cesantes, otros deben trabajar pese a haber jubilado hace dos décadas. Son los relatos de los más golpeados por el COVID-19, pero para quienes enfermarse es su segunda preocupación, porque la primera es poder tener un plato de comida.

Publicado por Bruno Delgado

El COVID-19 y una de las principales medidas para controlar su contagio, las cuarentenas, han destapado la insostenible pobreza en la que viven miles de familias en el país y principalmente en la Región Metropolitana, que es la zona que lleva más tiempo bajo estrictas medidas de confinamiento.

Y son los bolsones de pobreza los que se pueden convertir en puntos de alto contagio, ya que la cesantía y falta de alimentos conviven en hacinamiento, una mezcla que pone en peligro a las personas que allí residen. Uno de esos lugares es la población El Castillo, donde conocimos algunas de las historias de los más golpeados por pandemia, pero para quienes enfermarse es su segunda preocupación, porque la primera es poder tener un plato de comida.

María Poblete, quien vive en la extrema pobreza en una casa en la que las terminaciones de los cables de las precarias conexiones eléctricas están peligrosamente al descubierto, dice que "tengo todos los días mi comida, pero hay muchas personas que no, abuelitos que viven en la calle y no tienen su comida".

A sus 87 años, Antonio Pinilla debe continuar trabajando para subsistir. Vecinos dicen que ha recibido ayuda. El adulto mayor dice que recibió una caja del gobierno, pero que de la municipalidad "me he anotado como tres veces, pero no entregan nada, no pasa nada".

María dice que muchos de los adultos mayores reciben un alimentos diario gracias a la solidaridad de familias que hacen ollas comunes para ellos, de lo contrario no tendrían qué comer.

Vivian Escobar, dirigente vecinal que reúne alimentos para estos momentos duros en que el frío se hace presente desde temprano, sale con su carro para recoger las donaciones. Ella tuvo COVID-19, pero ya dio negativo.

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Asegura que se había acordado que cada familia iba a recibir una caja, pero al momento de distribuirlas no fue así, ya que entregaron una caja de mercadería por casa. El problema es que hay tres o cuatro familias por casa. "¿Y qué comen el resto de las personas?", se pregunta Vivian.

Marta Vidal, vecina de la población El Castillo, dice que "tengo una pensión de $100 mil. He tenido que vender mis cosas para poder comer".

Francisco Epul, también vecino del sector y cesante, pide "que el gobierno se dé cuenta y nos entregue nuestros fondos que tenemos. El 10% de nuestros fondos (de pensiones), con eso por último para amortiguar a nuestra familia".

"Jamás se va solucionar con una caja, ni con un bono, ni con nada, porque aquí lamentablemente la gente viven en familias masiva, de 10, 11, 12 personas en una sola casa", dijo una de las mujeres que ayudan a preparar la olla común para los vecinos.

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Para poder pasar los platos que preparan con el menor contacto posible entre ellos y así evitar la posible propagación del virus, en la entrada de la casa acomodaron una especie de toldo blanco con un agujero donde realizan las entregas.

"Entre vecinos tenemos que ayudarnos", comentó Marisol Peña, una de las personas que recibió una caja del Estado. Comida que hacen en un brasero, ya que no tiene gas para poder hacer el almuerzo. Y si bien aprecian los alimentos que les llegaron, no es la realidad de todos los vecinos en la población.

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