El contacto con la comunidad, tanto cristiana como laica, siempre fue una de las características que se destacaban del cura obrero, de quien se le reconoce su incansable lucha por los Derechos Humanos tanto en dictadura como en democracia. Acá, parte del legado que dejó su vida y su obra.
"Ha partido desde su amada Minga al encuentro con Cristo, el que lo 'chalo', amó y movió a entregar su vida por el pueblo pobre y oprimido".
Con esas palabras comienza el comunicado de prensa con que se informa la muerte de Mariano Puga, el llamado "cura obrero", quien se encontraba en un delicado estado de salud desde hace algunos días y falleció durante la madrugada de este sábado.
El deceso ocurre luego que el pasado 4 de marzo el sacerdote fuera internado en el Hospital Clínico UC producto de las complicaciones que sufrió a causa del cáncer linfático que lo aqueja desde 2019. Tras estabilizarse, regresó a la comunidad de La Minga, en Villa Francia, a pasar los últimos días de su vida.
Unas semanas antes, el 16 de febrero, había celebrado sus 60 años de sacerdocio junto a la Comunidad de Colo, en la comuna de Quemchi. Allí, el "cura obrero" compartió junto a una gran cantidad de feligreses chilotes.
A pesar de su enfermedad, Mariano Puga Concha hizo un esfuerzo para estar con sus amigos y conocidos, entre ellos fiscales, sotafiscales y encargados de capillas con quienes trabajó e incluso formó.
"Llevó a muchos de los asistentes a las lágrimas", comentó Dalia Cárdenas, miembro del equipo diocesano del área de fiscales, sobre la celebración.
El contacto con la comunidad, tanto cristiana como laica, siempre fue una de las características que se destacaban del cura obrero.
El sacerdote ha sido reconocido por su labor durante la dictadura de Augusto Pinochet. Previo a ello, en 1972, Puga había abandonado el Seminario para trasladarse a Chuquicamata, donde trabajó como cura obrero en empresas subcontratistas y vivió en carne propia lo que es la explotación laboral.
Durante esa época adhirió al movimiento Cristianos por el Socialismo, el cual generó controversia y determinó su salida de la parroquia y del Seminario por instrucción del cardenal Raúl Silva Henríquez.
Ya en dictadura, el cura obrero acudió a prestar ayuda espiritual a quienes se encontraban detenidos en el Estadio Nacional, pero su entrada fue negada por los soldados que resguardaban el recinto.
Más tarde llegaría a ejercer el sacerdocio en la comuna de Estación Central, específicamente en Villa Francia. Es precisamente en ese barrio que hoy luce un mural en su honor, realizado por Coas.
En 1974 Mariano Puga fue detenido mientras trabajaba y fue llevado a Villa Grimaldi y a Tres Álamos, momento que siempre sería recordado por él como una de las peores detenciones que había sufrido en dictadura.
Tras esto fue contactado por el general Pinochet. En entrevista con Radio Universidad de Chile, Puga recordó su conversación con el dictador: "Me preguntó qué había aprendido yo en la Escuela Militar. Y yo le contesté, una de las cosas que aprendí es que las órdenes del superior no se discuten. Y le dije al general, mire, yo soy discípulo de Jesús, él es mi maestro y él me enseñó que si se torturaba a alguien, a él se le torturaba".
"Jesús nos dice que si usted me confiesa delante de los hombres, yo los voy a confesar delante del Padre. Si ustedes me niegan ante los hombres, yo los voy a negar. Yo he visto, mi general, torturados, desaparecidos, allanamientos. Si yo callo eso, Jesús me va a decir 'no te conozco'. Y si yo digo eso, me van a traer quizás otras veces más ante usted. Prefiero quedar bien parado ante Jesús", dijo Puga.
Fue tras esos años que el cura obrero migró por distintas comunas de la capital hasta que eventualmente viajó hacia la localidad de Colo, en la isla de Chiloé, donde trabajó hasta su regreso a Villa Francia.
En 2009 recibió el premio Héroe de la Paz que otorga la Universidad Alberto Hurtado, el cual le fue entregado por la entonces presidenta de Chile Michelle Bachelet.
"Mariano es para nosotros un modelo de sacerdote del Concilio: sencillo, cercano, amante de los pobres", dijo el padre Fernando Montes, entonces rector de la universidad.
Una década después, en abril de 2019, Mariano Puga dio a conocer su delicado estado de salud tras ser diagnosticado de cáncer linfático.
Ya en octubre, el cura obrero no fue indiferente al estallido social que comenzaba en nuestro país. El 23 de octubre publicó una carta titulada "¡El despertar no tiene que morir nunca más!", en la cual denunciaba la "parálisis política" y que "somos dictadura y prisioneros de Pinochet".
"Ese pueblo tiene el derecho a destruirlo todo porque todo le han destruido, habrá que preguntarse ¿¡Qué cariño le hemos tenido, qué hogar les hemos brindado!? ¿Qué amor les hemos dado? ¿Qué he hecho yo por afectar para mejor sus vidas?", agregó.
Días después de su visita a la localidad de Colo para celebrar sus 60 años de sacerdocio, Puga encabezó una misa en el frontis del Centro de Justicia de Santiago para exigir la libertad de los presos de la crisis en Chile.
Su último llamado fue directamente a la Iglesia Católica chilena, a quienes criticó mientras estaba internado en el Hospital de la Universidad Católica mediante una carta. En la misiva también aludió a las víctimas que ha dejado la crisis en el país.
"Con dolor me tocó percatarme que éramos sólo dos los presbíteros quienes estábamos compartiendo la Cena del Señor con esa masa de gente. ¿Qué es eso? ¿Es esa la iglesia en salida que nos pide el querido papa Francisco? Después de tanta solidaridad compartida, con estos hermanos crucificados... ¿Se justifica que sólo dos presbíteros hayan acompañado a ese pueblo el día que denunciábamos su dolor? '¿De qué vale la fe si no tiene obras?' (St 2, 14), ¿Con qué Cristo comulgamos?", concluía la carta de Mariano Puga, el cura obrero.