Pablo Araya relató los primeros pasos del volante en el Miramar Sur Este de Antofagasta, para posteriormente debutar en el profesionalismo a los 17 años. "Cuando le hizo el gol a Bolivia me puse a llorar", narró.
La selección chilena aseguró una nueva clasificación a cuartos de final de la Copa América, luego del ajustado empate 1-1 ante Uruguay el pasado lunes.
Aquí, una de las figuras de Chile fue el volante de la Fiorentina Erick Pulgar, quien se ha destacado como una pieza clave del mediocampo nacional junto a Charles Aránguiz.
El antofagastino ha tenido una ascendente carrera desde su debut en noviembre del 2011 en una victoria 2-1 de los pumas ante Naval de Talcahuano, de la mano de Gustavo Huerta.
Desde entonces, tuvo destacados pasos por Universidad Católica y el Bologna, consagrándose en el fútbol italiano.
Aquí, uno de los que más ha apoyado a Pulgar es su padre, Pablo Araya, hombre que conoció a su madre cuando Erick tenía poco más de un año y que también fue su primer entrenador en el club Miramar Sur Este de Antofagasta.
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“Lo fui formando con harta disciplina. Soy su papá y fui su entrenador, pero también había más niños y el trato era parejo. Erick siempre ha tenido personalidad. Es tímido como persona, pero dentro de una cancha se la juega toda. No puedo decir que imaginé que iba a llegar dónde está. Se lo veía a los 10 años ante otros equipos. Era rubio y los rivales decían, ya viene el rucio”, comentó Araya.
El papá de Erick detalló que le tocó ver su debut en la Fiorentina a mediados del 2019 y posterior consolidación en la Roja. “Me emociono con sus logros. Cuando le hizo el gol a Bolivia me puse a llorar. Le digo a mi hijo que cuando Chile gana la marraqueta se siente más rica, jaja”, relató.
“Antes que juegue, cerca del mediodía, le mando una arenga a mi hijo. Le envío un audio y le escribo por WhatsApp, es nuestra cábala”, agregó en entrevista con Las Últimas Noticias.
Además, detalló que el futbolista de 27 años es muy cercano a toda su familia, ya que “son cinco hermanos. Además del Erick, está Jean Paul, Cherry, Paola y Cristóbal. Lo que más me emociona es que es muy buen hermano. Le da un estatus de vida de acuerdo a lo que le permite el fútbol. No hablo de grandes lujos, pero los tiene bien y eso es importante. También me gusta que mantenga su humildad. A Antofagasta viene dos veces al año cuando tiene vacaciones. Acá compartimos y lo dejamos que se olvide un poco del fútbol”.
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Finalmente, Pablo Araya aclaró que sigue trabajando, por decisión propia, en la locomoción colectiva de la ciudad nortina y que se mantiene como DT de la cuarta infantil del Miramar Sur Este, buscando una nueva figura para el fútbol chileno.