Investigadores y académicos rescatan la precisión de los datos, pero cuestionan que éstos no tendrán la exactitud temporal. Es decir, no se podrá medir el día a día de la pandemia porque el cambio de criterio en el conteo supone incluir fallecidos de incluso más de 72 horas atrás. Además, no se rige bajo los estándares de la OMS.
Chaqueta gris, suéter negro y la mascarilla siempre, como de costumbre. En el podio, cercado por los subsecretarios Arturo Zúñiga y Katherine Martorell, el ministro de Salud, Jaime Mañalich, daba cuenta, como se viene haciendo desde hace unos meses, del reporte diario sobre el coronavirus. 192 fallecidos este miércoles 10 de junio, número distante de los 19 contabilizados el día anterior, ello, debido al cambio en la forma de conteo que estableció el gobierno.
“Estamos revisando continuamente cuáles son los mejores criterios”, dijo el titular de Salud durante esa jornada. Su par, el ministro de Ciencias, Andrés Couve, al explicar la nueva metodología, sostuvo que están “construyendo un sistema de información que es más preciso y más ordenado”.
En rigor, desde ahora, se basarán en los certificados de defunción emitidos por el Registro Civil. Es decir, se toma la base de datos de la entidad, a la que se incorporan palabras claves referentes a la pandemia (COVID, Coronavirus, etc.) y cuyos fallecidos por esta causa conforman la cifra oficial. Se ha dejado fuera de este recuento a muertes por suicidios o experiencias traumáticas (accidentes, por ejemplo).
El anuncio trajo repercusiones inmediatas. La doctora Alejandra Burgos fue, durante el período 2004–2012, parte del equipo epidemiológico del Ministerio de Salud. Magister en Salud Pública y parte del entonces equipo de vigilancia de la pandemia A(H1N1), se refiere a estos cambios de criterios en el conteo de fallecidos con discrepancias, “dado que dicho registro no tiene un fin epidemiológico, sino demográfico; por tanto, es cuestionable utilizarlo para ese objetivo”.
“Es importante comprender la razón por la cual se contabilizan las defunciones. El objetivo es epidemiológico, esto hay que entenderlo, pues no se trata de tener una cifra más para mostrar cada día, son personas fallecidas, por tanto, hay una familia sufriendo detrás de cada número”, dice la facultativa.
Lea también: Mascarillas subieron de $15 a $800: Denuncian sobreprecio de hasta 5.300% en insumos básicos contra el COVID-19En efecto, la lógica del cambio en la metodología es para tener precisión en el dato, pero carece de temporalidad. Por ejemplo, problemas en la logística de inscripción, considerando que los fines de semana no está abierto el Registro Civil, e incluso, algunas inscripciones de fallecimiento llegan a demorar 72 horas. Esto hará que los datos no sean los reales del día, sino que acumulados. Eso, a juicio de los expertos, complica ir midiendo el día a día de la pandemia para hacer política pública.
Que la base de estos datos provenga de los certificados de defunción “tendrá un desfase, pero es fidedigno”, explica Carlos Felipe Henríquez, doctor en Bioestadística y director de la carrera de Ingeniería en Estadística de la Universidad de Valparaíso.
Sin embargo, dice la doctora Burgos, esos datos precisos son necesarios “cuando debamos mirar la epidemia en retrospectiva, pero, según mi experiencia, no se recomendaría usar sólo ese dato sin la otra vigilancia, para la toma de decisiones en medio de una emergencia sanitaria como la que estamos viviendo”.
Algo que comparte el epidemiólogo y director del Instituto de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la U. Austral, Claudio Méndez, miembro además del directorio de la Sociedad Chilena de Salubridad. “El registro de la mortalidad en brotes epidémicos, por lo general, lo que se recomienda es que es mejor una sobreestimación que una subestimación”, detalla.
Ante lo cual, Gloria Icaza, bioestadista y académica de la Universidad de Talca, recomienda que en el Ministerio de Salud hay personas expertas en codificación y análisis de certificados de defunción en el Departamento de Epidemiología y en el Departamento de Estadísticas e Información de Salud (DEIS).
Según su criterio, “el DEIS es la fuente oficial de estadísticas de causas de muerte. Creo que necesariamente un protocolo debe emanar de las personas que saben y tienen experiencia tanto en el tema de los certificados de defunción como en manejo de pandemias. Conocimiento hay, por algo nuestras estadísticas de mortalidad tienen fama mundial”.
Lee también: Denuncian que paciente COVID-19 con síndrome de Down murió porque hospital no proporcionó ventilador mecánicoCon el cambio de metodología en el conteo de fallecidos, “cumplimos así con los altos estándares europeos”, explicó este martes el ministro de Ciencias, Andrés Couve. El problema, según reportan expertos, es que no se rige bajo los criterios que pide la Organización Mundial de la Salud.
Así lo estima Patricio Silva, decano de la Facultad de Medicina de la Universidad Central, quien además califica este cambio como “una aberración desde el punto de vista de la salud pública. Este no es un tema de la ciencia, sino uno de salud pública y donde vemos que el Ministerio de Salud ha perdido liderazgo y credibilidad”.
Silva cree que el momento de realizar este cambio de metodología fue inoportuno y lamentable. “Además, es muy lamentable que la OMS haya perdido liderazgo y los países no se ajusten a sus indicaciones. No se podrá realizar una comparación entre países y tampoco entre semanas a lo largo del curso de la pandemia”, explica el académico.
Algo de lo que discrepa Carlos Felipe Henríquez, doctor en Bioestadística y director de la carrera de Ingeniería en Estadística de la Universidad de Valparaíso. “Lo que se está proponiendo es lo que está pidiendo la Organización Panamericana de la Salud (…), apunta a eso. Aunque la logística de hacerle PCR a todos los fallecidos, es compleja”, dice.
Para el doctor Christian García, Magíster en Salud Pública y académico de la Universidad de Santiago de Chile, los constantes cambios en los criterios estadísticos significan un problema, además, no solo para el entendimiento de la población, sino también para el mundo académico y científico.
“Cuando uno quiere hacer un seguimiento en el tiempo de cómo están siendo evaluadas las estrategias, uno debe tener unos indicadores que sean consistentes en el tiempo. Y eso lamentablemente no ha ocurrido”, explica García.
Lee también: "El polo opuesto de Mañalich": Cientistas políticos analizan el impacto de Izkia Siches en la opinión públicaA lo anterior se suma el doctor Claudio Méndez, director del Instituto de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la U. Austral. Según el académico, “cuando los cambios de criterios son muy seguidos, finalmente lleva a una confusión desde el punto de vista de la opinión pública, pero también de los mismos equipos de salud que están trabajando en la epidemia en Chile”
Las críticas se repiten, y así lo explica el doctor en Física, investigador y profesor asistente del Centro de Nanotecnología Aplicada, de la Universidad Mayor, Rafael González: “Hemos trabajado con colegas de diferentes áreas y todos estamos confundidos. Hemos tenido que escuchar varias veces lo que han dicho porque no lo entendíamos. Y eso que nosotros trabajamos, hemos trabajado y estamos atentos a estos datos. Me imagino cómo será para el resto de la población”.