En los años setenta, una pintura fue sustraída desde una iglesia en Bolivia. Cincuenta años después, la policía norteamericana y la PDI dieron con su paradero. La obra de arte estaba en el sur de nuestro país y había sido comprada por un chileno. La pieza histórica, prácticamente recorrió el mundo luego de ser adquirida de forma ilegal. "Por los antecedentes que nos entregó este departamento de seguridad norteamericano, gestionamos con la Fiscalía Metropolitana Centro Norte una orden de investigar y empezamos a indagar sobre posibles identidades que pudiesen coincidir con los datos. Este pintor boliviano era reconocido por hacer pinturas de origen religioso", dijo el prefecto Luis Mardones, Jefe de la Bridesma Metropolitana.