13 películas de anime para tentar a alguien que no le guste la animación japonesa
Desde los luminosos trabajos de Studio Ghibli a algunas perturbadoras historias de misterio y crímenes. De aventuras cyberpunk a dramas que te estrujan el corazón. Esta lista puede ser una buena apuesta para quienes deseen entrar en el mundo de este arte japonés.
Publicado por Bruno Delgado
La frustración es un sentimiento conocido para los seguidores del anime. La mayoría de sus fans han vivido esto: estar muy entusiasmados con una película de animación japonesa y al compartirla con alguien ajeno a este mundo simplemente no le emociona ni un pelo o, peor aún, sienten mucha reticencia a verla y comienzan los peros.
Entonces... ¿Qué hacer? ¿Resignarse? ¿Insistir hasta ser bloqueados de WhatsApp? Quizás el problema es que partimos con la propuesta equivocada, porque no a todos nos gusta ni nos entretiene lo mismo, pero -como cualquier arte- la animación japonesa tiene una oferta gigantesca y sólo hay que saber elegir para dar en el clavo.
El Viaje de Chihiro (2001), Mi Vecino Totoro (1988) y El cuento de la Princesa Kaguya (2013) son títulos más que conocidos para los amantes del cine, mientras que El Tren Infinito de Kimetsu no Yaiba (2020) y Jujutsu Kaisen 0 (2021) son nombres muy familiares para los seguidores del anime, pero que poco y nada le dicen a quienes no tienen vínculos con la animación japonesa.
Es por eso que acá te dejamos una (¿infalible?) lista con 13 películas para todos los gustos y edades para poder entusiasmar a quien sea a disfrutar del cine de animación japonés. ¿Te atreves a ponerla a prueba? Coméntanos cómo te va.
Películas muy anime:
La princesa Mononoke (1997) de Hayao Miyazaki:
El Studio Ghibli y su director Hayao Miyazaki son sinónimo de animación japonesa y entre todo su catálogo destacamos esta por su combinación entre acción y aventura, protagonistas legendarios y una animación que no ha envejecido nada. Acá, el joven guerrero Ashitaka debe encontrar al dios del bosque para poder sanar una herida mortal, pero en el camino se topará con la batalla entre la princesa Mononoke y la gobernadora Eboshi. ¿Qué lado tomará?
Wolf Children (2012) de Mamoru Hosoda:
Mamoru Hosoda, para muchos, es el discípulo no reconocido por Miyazaki, por lo que su cine nunca defrauda, pero donde se diferencian es en los temas que abordan y, por supuesto, en la animación. En esta película conocemos a Yuki y Ame, dos hermanos que pueden convertirse en lobos, por lo que su madre, una mujer sin este poder, debe ingeniárselas para compatibilizar la vida diaria con lo extraordinario.
Un misterio que no te suelta hasta el final:
Perfect Blue (1997) de Satoshi Kon:
El anime no es sólo luz y diversión, también sabe de sumergirse en terrenos oscuros y el primer largometraje de Satoshi Kon, el otro gran maestro de la animación japonesa, va en esa línea. Las perturbadoras imágenes de la historia de la atormentada Mima, una idol que se ve envuelta en sangrientos crímenes y que deriva en la paranoia, han influenciado varios trabajos occidentales, como Black Swan de Darren Aronofsky.
Para llorar con pañuelitos al lado:
A Silent Voice (2016) de Naoko Yamada:
La discriminación en los colegios y el bullying parecen estar más presentes que nunca en Chile, por lo que esta puede ser una opción para quienes les interese el tema o necesiten apoyo. Shoko es una niña sorda que vive sin mayores complicaciones hasta que se cambia de colegio y es acosada por Ishida, un compañero de curso que más pronto que tarde se dará cuenta del dolor que provocan sus acciones. ¿Podrá vivir con la culpa?
El jardín de las palabras (2013) de Makoto Shinkai:
Sin duda Makoto Shinkai es de los actuales directores de animación más importantes. En él destacan su esfuerzo casi obsesivo por captar con total verosimilitud los paisajes urbanos y rurales de Japón para convertirlos en personajes casi con vida propia. Aquí conocemos a Takao, un solitario estudiante y aprendiz de zapatero que establece una relación especial con una mujer mayor que conoce un día de lluvia torrencial en un parque de Tokio.
La Tumba de las Luciérnagas (1988) de Isao Takahata:
Se suele decir que si esta película no te hace llorar, es probable que nada lo haga o que no tengas corazón. Isao Takahata, compañero de generación de Miyazaki y cofundador de Ghibli, dibujó una de las historias más tristes de la animación japonesa y que se basa en la tragedia de millones de víctimas anónimas. Seita y Setsuko son dos hermanos que, de un día para otro, quedan huérfanos tras la bomba nuclear al final de la II Guerra Mundial. Y cuando sepas por qué se titula La Tumba de las Luciérnagas recomendamos que tengas a mano con qué secarte los ojos.
Un poco de acción no le hace daño a nadie:
El niño y la bestia (2015) de Mamoru Hosoda:
Las relaciones familiares insólitas son parte del paisaje habitual de Hosoda y en esta película le da forma con el relato de Kyuta, un niño de Tokio, quien cruza la frontera a un mundo paralelo y conoce a Kumatetsu, una criatura sobrenatural con quien emprenderán osadas aventuras armados de una katana contra enemigos que no se las pondrán nada fácil.
Viajes de pura ciencia ficción:
Ghost in the Shell (1995) de Mamoru Oshii:
Junto con Akira (1988), el clásico de Katsuhiro Otomo, Ghost in the Shell es la otra película de cyberpunk que a mediados de los '90 acercó el anime a un público masivo. Por si aún no conoces a la icónica Motoko Kusanagi, acá se cuenta la investigación de la agente policial para dar con un terrorista que amenaza la estabilidad de un Japón distópico con asesinatos que no dejan huella. Si te parece conocida, quizás viste la versión protagonizada por Scarlett Johansson y, entonces, con mayor razón deberías probar con la original.
Paprika (2006) de Satoshi Kon:
Si con Perfect Blue hablamos de la influencia en Darren Aronfsky, con Paprika nos toca hacerlo con Christopher Nolan. Al igual que en Inception, también los viajes por los sueños y sus repercusiones en el mundo real son el motor de todo, pero en Paprika la protagonista es la psiquiatra Atsuko Chiba, quien desarrolló una revolución con un método de terapia que permite navegar por el inconsciente. Decir que esta es una película que exprime la imaginación es quedarse corto.
Para una aventura sin respiro:
Belle (2021) de Mamoru Hosoda:
La película más reciente de la lista no se queda atrás en nada, de hecho, también podemos decir que aborda muchas temáticas del momento que a cualquiera podrían hacerle sentido. Suzu, una adolescente de 17 años, perdió a su madre cuando era un niña, momento en que también murió una parte de ella. Ya con el corazón eternamente roto, ella descubre "U", una especie de metaverso donde libera a Belle, su alter ego con el que se permite volver a sentir lo que la conectaba con su mamá: el canto.
Con ganas de un romance de aquellos:
Your Name (2016) de Makoto Shinkai:
Esta película fue un hito en la taquilla japonesa el año de su estreno y se convirtió en una de las más vistas, lo que se extendió al resto del mundo. Junto a un soundtrack que cobró vida en paralelo al éxito del filme y es usado casi como sinónimo sonoro del Japón actual, la historia de Taki y Mitsuha -quienes están unidos a través del hilo rojo del destino- reúne viajes en el espacio, cambios de cuerpo y una cotidianeidad adolescente que ha hecho que millones rememoren esa nostálgica época de sus vidas.
La Colina de las Amapolas (2011) de Goro Miyazaki:
Al parecer, a veces el talento sí es heredable. Goro es hijo de Hayao Miyazaki y en esta obra hace algo casi imposible: le rinde homenaje al estilo de su padre y a la vez marca distancia a punta de trazos y colores propios. Umi vive una vida tranquila en 1963, entre sus deberes como estudiante de instituto y las responsabilidades en una pensión familiar en una colina. Pero todo se pondrá patas para arriba cuando su amistad con Shun, miembro del club de periodismo y del centro de estudiantes, se vea en peligro tras develarse un secreto del pasado.
Recuerdos del Ayer (1991) de Isao Takahata:
Para algunos, una de las barreras de entrada al mundo de la animación japonesa son las tramas muy alejadas de lo que consideran la realidad y creen que todas las películas estás cortadas por la misma tijera y eso, como hemos visto, es un error. Aquí recorremos el Japón rural, lejos de las ruidosas urbes, de la mano de Taeko, un mujer a punto de entrar en los 30 que se toma unas vacaciones de su trabajo para volver al pueblo donde vivió los momentos más felices de su vida y, de paso, reconciliarse con sus decisiones.