Es, para muchos, el camino medio entre el islam y el cristianismo, entre el hinduismo y todas las otras grandes cosmovisiones.
Jueves 29 de septiembre de 2016 | 19:12
El budismo, una religión de más de 500 millones de seguidores, emigra desde India y se convierte en el Sudeste Asiático en la cuarta religión más grande del mundo después del cristianismo, del islam y del hinduismo.
Es, para muchos, el camino medio entre el islam y el cristianismo, entre el hinduismo y todas las otras grandes cosmovisiones. Hoy su más popular profeta, el Dalai Lama, quien acaba de renunciar a la reencarnación, abre un incierto futuro para su pueblo, no solo en Tíbet sino también en Tailandia, Laos y Cambodia, y quizás en todo el mundo.
El Buda predicó a sus fieles que él no es un dios, ni es el único ni el primer Buda, por el contrario, cualquier ser humano que siga el camino de la iluminación puede alcanzar el estado de Buda o el camino medio por el cual el Buda llegó al Nirvana: el estado de liberación de todos los sufrimientos y el fin del ciclo de renacimientos.
Me cuentan que a los 35 años el Buda se sentó bajo un árbol, el bodhi, con la intención de no levantarse hasta encontrar la verdad. Después de casi 50 días de meditación dejó atrás el sufrimiento y la rueda de la reencarnación en la cual todos los humanos estamos atrapados, y alcanzó la iluminación total.
Los monjes budistas relatan que el Buda fue un príncipe hindú que nació hace 2500 años en un palacio lleno de riquezas y comodidades. Su padre, el rey, hizo todo lo posible para impedir que el príncipe conociera el sufrimiento humano. Sin embargo, cuando tenía cerca de 30 años se escapó del palacio, se encontró con un anciano y por primera vez conoció la miseria, la enfermedad y la muerte.
Según los monjes, después de conocer el sufrimiento, el Buda dejó el palacio y empezó una vida ascética dedicada a la espiritualidad y la contemplación. Se privó de cualquier deseo, dejó de comer hasta casi morir de inanición, y por ello decidió tomar un camino medio sin grandes placeres ni tampoco privaciones extremas. A través de esta moderación, que supone la respuesta a todos los extremismos que practicarían otras religiones, logró la sabiduría y la moralidad. Por ello, los budistas pueden vivir en armonía total con el cristianismo y con el islam.