El joven de 21 años es uno de los afortunados discípulos del equipo verde liderado por el gran Ennio Carota.
Miércoles 9 de octubre de 2019 | 18:07
Nikolas Karoussis es uno de los 24 participantes de El Discípulo del Chef, el exitoso programa de cocina que se estrenó hace muy poco por las pantallas de Chilevisión.
El joven de 21 años es parte del equipo verde liderado por el chef internacional Ennio Carota, quien lo eligió después de probar uno de sus exquisitos platos.
En conversación exclusiva con CHV.cl el estudiante de gastronomía reveló detalles inéditos de su vida privada y emocionó al hablar sobre su motivación para asistir al nuevo espacio culinario conducido por Emilia Daiber.
No, no nací allá. Mi abuelo es griego, nació en las Islas de IOS y después se vino a Chile a hacer su plan de vida. Puso un restaurant en San Diego y luego tuvo uno de los primeros cabaret en Santiago. Entonces mi familia está ligada a lo que es la cocina griega. Mi padre se llama Dionisio, mi hermano Panagiotis y yo me llamo Nikolas, entonces tenemos una descendencia muy bonita en la casa.
Sí, siempre relacionado al mundo de la cocina por mi abuelo y también por el papá de mi mamá que es cocinero. Entonces la cocina siempre ha vivido en nosotros.
Sí, los cuidé desde muy chico porque viví con ellos, son mis bisabuelos. Vivíamos con ellos y después nos fuimos como cinco cuadras más allá, pero yo seguía estando ahí porque no me quería separar, prácticamente era mi corazón el que se quedaba ahí.
Entonces desde 13 años más o menos los fui cuidando, encargándome de los quehaceres de la casa: feria, baño, cocina. Sí, me volvía loco, de repente llegaba a las 4 o 5 de la mañana, pero ya tenía todo hecho, o sea, mis abuelos tomados de once, todo limpio y tranquilo. Todos los que me conocen saben qué cosas hice y qué cosas no. Fue una dura batalla cuidarlos, pero me encantó, no lo hubiera cambiado por nada.
Sí, tenía que seguir con mi vida. Mis papas de repente me decían “Niko estás chico, no estás para cuidar a tus abuelos todavía”, pero fue decisión mía 100%. Yo sentía esa necesidad de acompañarlos porque ellos me enseñaron a leer y a escribir mientras mis viejos ganaban las lucas para poder sustentar la casa, entonces fue como devolverles la mano.
Sí, directo de ellos. Tuve que cocinar desde chico y el tema de las preparaciones que hacía mi abuela me encantaba. Desde chico siempre estuve con ella al lado viendo qué hacía y qué no hacía. Nunca me echó de la cocina como lo hacen en algunas familias, a mí al revés, siempre a la cocina: cazuela, guatita, contres, todo lo que se pudiera comer lo hacíamos, entonces de ahí nace mi amor al quinto cuarto y la idea de entregar mi sabor y el sabor de mi abuela a la gente.
Sí, mi sueño es poder trabajar o hacer una pasantía en restaurantes del mundo, de España, uno con Estrellas Michelin si se puede, pero más que nada mi sueño es poder llegar a Chile y tener algo propio, algo mío con sabor, no cosas minimalistas ni nada, algo donde la gente vaya y vea que es bonito, que es sabroso, contundente, rico y con un ambiente de amor.
Sí, pero igual me gustaría tener un restaurante bonito, ambientado también a lo rústico, chileno, un poco quizás a lo internacional, tener un poco de todo y reflejar el amor de mi cocina en los platos. Y así transmitir el amor que mis abuelos me daban a mí, ese sabor que me transmitió mi abuela fue como “loco lo tengo que desplegar en mi cocina, lo tengo que aumentar, entonces vamos con todo, yo sé que mi sabor es bueno”.
Sí, me tengo mucha fe, siento que puedo ganar El Discípulo del Chef si me lo propongo. Algunas veces no confío mucho en mí, en mis capacidades, pero las tengo, tengo terreno, tengo vida y tengo muchas cosas que entregar en la cocina.
Sí, he tenido experiencias que he buscado, me han cerrado las puertas, pero yo he estado ahí golpeándolas a piedrazos.
He tenido experiencias en festivales por el lugar donde estudio, participé del “Ombligo parao”, fui a un campeonato a nivel nacional donde salimos terceros con mi dupla, gané el premio al alumno revelación Inacap y después tuve la GRAN oportunidad de mi vida, donde yo creo que renació todo mi conocimiento y todos mis sabores y fue mi práctica profesional en el restaurant “Sierra” del chef Cristian Sierra. Él me entregó todo lo que yo puedo conocer, todos los chicos que trabajaban ahí me entregaron muchas capacidades, un ambiente gastronómico y culinario al 100%. Aprendí que un cocinero no solo cocina, un cocinero lava platos, lava baños, las hace todas y fueron ellos los que me entregaron todo eso y algo que yo creo ningún restaurante podría entregar que es el amor por la cocina.
Sí, me siento con mucha fe, hay harta gente que me apoya, entonces yo me creo el cuento. Sé que puedo ganar y derrotar a cualquiera que se me ponga en frente con mi sabor, puede que mi montaje no sea tan bonito, pero con mi sabor mato a cualquiera.
La fui tomando en el camino, vine como un poco chico, pero vamos para arriba, presenté un plato que me gustó del quinto cuarto y ahí seguimos, seguimos y seguimos luchando para poder sacar al Niko que tengo dentro.
Salir adelante y mostrar mis dotes culinarios. Demostrarle al mundo que cuando uno se propone las cosas las consigue. En un momento de mi vida me decían “pucha la gastronomía, puedes estar o en un restaurante o vendiendo completos” y mi respuesta es: si yo estoy vendiendo completos voy a vender los mejores completos de la ciudad, así que me tengo que creer el cuento, el que quiere puede y no hay que rendirse.